La dieta del guerrero académico es simple: cafeína, azúcar y un poco de fe. El Red Bull da alas, el café mantiene despierto y la oración nunca está de más para el examen que no estudiaste. Entre ojeras, apuntes desordenados y rituales improvisados, los estudiantes han hecho de este kit para sobrevivir y mantener la energía. No importa la carrera ni el semestre: siempre habrá un trasnocho que recordará que la universidad se sobrevive con más que libros.
Por: Santiago Carrillo
