
A las diez de la noche, la universidad aún conserva señales de vida. En los pasillos, algunos estudiantes repasan apuntes y, entre el sonido de las teclas, se siente una mezcla de cansancio y esperanza. Las luces blancas acompañan la concentración y la fatiga acumulada del día. Entre miradas atentas y silencios largos, todos buscan lo mismo, entender, recordar y avanzar. Aunque la mayoría ya se fue, los pasillos siguen despiertos, acompañando el esfuerzo que no termina con el horario. En cada pantalla encendida y en cada cuaderno abierto, se nota la dedicación de quienes siguen intentando.