En el barrio Boston de Pereira, el arte y el deporte se fusionan en una misma cancha, creando un punto de encuentro entre la creatividad y el movimiento. Este mural, vibrante y lleno de vida, no solo decora el espacio: lo transforma. El cemento gris se convierte en un lienzo que respira identidad, color y orgullo barrial. Las figuras humanas, los animales y los trazos que recorren la pared parecen moverse con cada partido, con cada risa y con cada historia que se cruza sobre la cancha. Aquí, el balón y la pintura hablan el mismo idioma: el de la comunidad.
Cada golpe, cada paso y cada pincelada son testigos del esfuerzo colectivo por mantener vivo el espíritu del barrio. El mural no es solo arte callejero, es un símbolo de unión, de resistencia y de belleza compartida. En Boston, la cancha no solo se juega: se vive, se siente y se pinta cada día.







