
¿Quién no ha cargado alguna vez una coca en su bolso? Y no, no hablamos de cualquier significado que podría tener esta palabra, sino del recipiente de los almuerzos colombianos. La coca es ese fiel compañero que guarda el arroz con huevo, la sopita, el sudado o lo que mamá alcanzó a empacar antes de salir corriendo.
Su origen es simple y viene de esas vasijas de plástico o aluminio que desde hace décadas se convirtieron en símbolo de practicidad y, claro, de ahorro. Nada dice más “soy estudiante” que abrir tu coca en medio de la universidad y que todos los olores viajen por el salón. ¿Quién necesita domicilio cuando la coca trae lo mejor de la casa?
Además, también es cultura, hay cocas heredadas que nuestra mamá tenía refundida en la cocina, cocas que se pierden misteriosamente en el trabajo, y cocas que sobreviven años con la tapa mordida. En Colombia, llevar coca es más que un acto práctico, es casi un ritual de ahorro y practicidad.
Así que ya sabes, la próxima vez que destapes tu coca, recuerda: no solo es comida, ¡es llevar un pedacito de casa, que con tanto amor nos mandan!